Lo que le hicieron

En un trágico suceso que ha conmovido a la comunidad, Anna Kerolayne Gomes Nunes, una niña de apenas 3 años de edad, perdió la vida tras sufrir maltratos que culminaron en muerte cerebral en el Hospital de Urgencias de Teresina (HUT), en Brasil. Esta pequeña, cuya vida fue segada de forma violenta, residía en Esperantina, Piauí, junto a su madre, Maria Karolaine Nunes de Oliveira, y su padrastro.

La historia de Anna Kerolayne es una dolorosa muestra de los horrores que pueden acechar en el entorno más cercano, donde debería reinar el amor y la protección. En medio de este desgarrador relato, la voz de Vanda Barros, tía paterna de la niña, se alza como un clamor por justicia y un tributo al dulce recuerdo de la pequeña.

"Anna era una niña muy dulce", relata Vanda Barros entre lágrimas, destacando la naturaleza carismática y afectuosa de la pequeña. "Era un amor de niña", añade, resaltando cómo la inocencia y el encanto de Anna conquistaban los corazones de quienes la conocían.

Tras la detención del padre de Anna, la responsabilidad de cuidar a la niña y a su hermana de 4 años recayó en la familia paterna, quienes asumieron esta tarea con amor y dedicación. "Fue como una 'custodia compartida'", explica Vanda Barros, describiendo cómo la familia se unió para brindarle a las niñas el cuidado y la atención que merecían en medio de la adversidad.

Sin embargo, la tragedia se cernió sobre Anna y su hermana cuando fueron entregadas a su madre en enero de este año. El regreso de las niñas tras esa visita marcó un cambio notable en su estado físico y emocional, con signos evidentes de negligencia y maltrato.

"Estamos sufriendo, esto no es obra de Dios", lamenta Vanda Barros, reflejando el profundo dolor y la indignación ante el destino cruel que sufrió Anna Kerolayne. En medio del dolor, surge un llamado a la responsabilidad parental y a la protección de los más vulnerables.

El desenlace de esta tragedia no solo ha generado conmoción, sino también movilizado a las autoridades para llevar a los responsables ante la justicia. Tanto la madre como el padrastro de Anna fueron arrestados y enfrentan acusaciones de tortura y homicidio calificado, delitos que han estremecido a la comunidad.

En este contexto, las investigaciones policiales continúan su curso, con el objetivo de esclarecer los hechos y garantizar que se haga justicia en memoria de Anna Kerolayne. Mientras tanto, la comunidad se une en el dolor y la esperanza de que tragedias como esta no vuelvan a repetirse, y que el recuerdo de Anna inspire un compromiso renovado con la protección de los derechos de los niños.

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