El viernes por la noche, como de costumbre, su programa se emitió a través del canal 1014 de Optimum. Pero mientras la audiencia lo veía firme y directo como siempre, Aguiar ya empezaba a sentirse mal. Horas más tarde, fue llevado de urgencia al hospital en la ciudad de Bayonne, donde residía junto a su familia.
Desde allí, realizó una llamada a George Rodríguez, director del canal y amigo cercano, para informarle que iba a ser sometido a un cateterismo. Interrumpió la comunicación cuando entraron los doctores. Esa fue su última conversación.
Pedro Joaquín Aguiar era más que un rostro en televisión. Su voz sirvió de puente entre la diáspora dominicana en la zona triestatal (Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut) y su tierra natal.

Firme defensor del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y del presidente Luis Abinader, utilizó su espacio informativo para dar visibilidad a las causas sociales, orientar a la comunidad y denunciar injusticias que muchas veces no encontraban eco en los grandes medios.
Desde entrevistas con líderes comunitarios y empresarios hasta denuncias ciudadanas y llamados de orientación social, su estilo directo y respetuoso lo convirtió en una figura confiable, tanto para sus televidentes como para colegas del ámbito comunicacional.
En su labor, siempre hubo espacio para los que no lo tenían: sectores marginados, inmigrantes en lucha y voces anónimas que encontraron en él un altavoz.

El programa «La Verdad Hablada» se transmitía de lunes a viernes entre las 7:00 y 8:00 de la noche, consolidándose como un referente informativo en Canal América, el primer canal en alta definición enfocado en la comunidad dominicana en EE. UU. Su línea editorial combinaba noticias, cultura y orientación social, buscando siempre reflejar las inquietudes y esperanzas de los dominicanos en el exterior.
Pedro Joaquín Aguiar deja una huella imborrable en el periodismo comunitario. Le sobreviven su esposa Mayra González-Aguiar y sus hijos Jeffrey, Johnny y Joseph Aguiar, quienes junto a sus colegas y seguidores enfrentan hoy el impacto de su partida y la resonancia de su legado en el corazón de la diáspora.