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Dominicano William Ramos revela lo que NADIE CUENTA sobre China

Dominicano William Ramos revela lo que NADIE CUENTA sobre China

Juan SánchezPorJuan Sánchez
22/06/2025 23:29
Turismo
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Noticias País, Shenzhen, China. Un dron desciende del cielo con una hamburguesa caliente en su interior, aterriza con precisión quirúrgica sobre una caja inteligente, deposita el pedido y se eleva de nuevo sin piloto, sin tropiezos, sin margen de error. Así empieza el asombro de un dominicano que decidió contar lo que “nadie cuenta” sobre China, descubriendo que en esta ciudad futurista, el presente ya parece ciencia ficción.

En el sur de China, justo al borde con Hong Kong, Shenzhen se ha convertido en el rostro más avanzado del desarrollo asiático. Designada como primera zona económica especial en 1980, esta ciudad pasó en menos de medio siglo de ser una comunidad de pescadores a un núcleo urbano de más de 17 millones de personas, con rascacielos, trenes bala, robots en hoteles y entrega de comida vía drones autónomos.

Dominicano William Ramos revela lo que NADIE CUENTA sobre China

El creador de contenido dominicano William Ramos mostró en su más reciente video cómo Shenzhen ha llevado la innovación al siguiente nivel. Con solo escanear un código QR desde una app, los usuarios pueden pedir comida en uno de los cientos de restaurantes afiliados al sistema aéreo de delivery. El dron recorre varios kilómetros por GPS, aterriza en una estación automatizada y entrega el pedido sin contacto humano. Luego, el cliente retira la comida introduciendo los últimos dígitos de su número telefónico. Todo en menos de 20 minutos.

Pero el asombro no termina ahí. La ciudad está diseñada para que la tecnología esté al servicio del ciudadano: motos eléctricas abundan en las calles, hay rampas especiales para bicicletas subterráneas, pianos digitales en parques que se activan con un pago móvil y estaciones públicas de reciclaje para los envases del delivery. Incluso los inodoros en los hoteles se bajan solos con sensores y botones inteligentes.

Dominicano William Ramos revela lo que NADIE CUENTA sobre China

Mientras la mirada se eleva a los rascacielos iluminados por espectáculos de luces LED, la vida cotidiana sigue su curso entre colmadones chinos, cerveza vendida en botellas gigantes, patas de pollo como snack y gente que paga hasta en los mercados callejeros con su celular. En cada esquina, una cámara de seguridad; pero en cada paso, una sensación de libertad y orden.

El viaje también llevó a Ramos a conocer la raíz más profunda del país: el pequeño pueblo rural donde nació Josh, su guía local. Allí, sin dejar de lado la humildad de las viviendas tradicionales, se encuentra un sorprendente resort de bambú con piscina infinita, construido justo al lado del río que inunda la zona en temporada de lluvias. El contraste entre el campo y la ciudad refleja un país que crece sin perder identidad: el campesino que trabaja a los 90 años con la misma energía de un joven, y el tren bala que recorre 650 km en dos horas.

En Yuyo, mercados de animales exóticos, comida viva, ranas, pescados, pato, algas, e incluso carne de chivo se venden al aire libre como parte del comercio local. Mientras en las zonas urbanas los robots limpian pasillos y sirven habitaciones de hotel, en las zonas rurales se cocina con leña y salsa de soya.

Desde el parque central hasta el hotel más moderno, la experiencia en Shenzhen y Yuyo confirma que China vive una realidad tan avanzada que supera la imaginación. Y aunque los chinos vistan con elegancia y maquillaje blanco como símbolo de estatus, sus valores de familia, respeto y trabajo duro siguen intactos.

El video concluye con una partida de ping pong con un anciano que juega como profesional, demostrando que allí la tecnología convive con la humanidad, y que lo extraordinario no es el dron ni el robot, sino cómo un país entero ha logrado organizarse, evolucionar y reinventarse sin mirar atrás.

Desde hoy, al hablar de ciudades inteligentes, República Dominicana y América Latina deben mirar hacia Shenzhen, donde el futuro no se espera: se vive.

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