El trigo es uno de los alimentos más importantes del mundo. Se encuentra en productos como el pan, las galletas y los pasteles, y muchas personas lo consumen todos los días. Aunque parece un alimento básico saludable, no siempre es tan bueno como parece, especialmente cuando se utiliza como harina blanca refinada.
El trigo tiene muchos carbohidratos, lo que significa que al comerlo, el cuerpo lo convierte rápidamente en azúcar. Por cada 100 gramos de trigo, 71 gramos son carbohidratos. Esto puede hacer que los niveles de azúcar en sangre suban rápidamente, lo que a la larga puede causar problemas como diabetes tipo 2 y sobrepeso si se come en grandes cantidades.

Un problema aún mayor es cómo se procesa el trigo para convertirlo en harina blanca. En este proceso, se eliminan el salvado y el germen, que son las partes más nutritivas del grano. Estas contienen fibra, vitaminas y minerales importantes para el cuerpo. Al quitar estas partes, el trigo pierde mucho de su valor nutricional, y los productos hechos con harina blanca se digieren más rápido, lo que provoca picos de azúcar en sangre.

El trigo integral es una opción más saludable porque conserva todas las partes del grano. Tiene más fibra, lo que ayuda a que la digestión sea más lenta y mantiene los niveles de azúcar más estables. Además, la fibra es buena para el sistema digestivo y ayuda a sentirse lleno por más tiempo.
Otro detalle importante es que el trigo contiene gluten, una proteína que puede causar problemas a las personas con enfermedad celíaca o sensibilidad al gluten. Estas personas deben evitarlo, pero para la mayoría, el gluten no es un problema.
Aunque el trigo tiene algunos beneficios, como un poco de proteína y la posibilidad de preparar muchos alimentos con él, no es perfecto. Consumir demasiado trigo refinado no es saludable. Es mejor optar por alternativas como la harina integral o mezclarlo con otros cereales más nutritivos.