El gentilicio dominicano tiene una historia que se remonta mucho antes de la independencia de la República Dominicana en 1844. Aunque muchos creen que este término surgió con la proclamación de la República, documentos históricos demuestran que ya se utilizaba desde el siglo XVII, destacando su importancia en la identidad de los habitantes de la isla.
El primer registro oficial del uso de la palabra dominicano se encuentra en una real cédula emitida el 7 de junio de 1621 por el rey Felipe I de España. En este documento, se autorizaba un concilio provincial en Santo Domingo, y se hacía referencia a los habitantes de la isla con el gentilicio dominicano. Este hecho confirma que el término ya existía y era reconocido desde esa época.
Durante el siglo XVII, el uso de dominicano se volvió más frecuente. En 1738, un documento llamado novenario mencionaba a los habitantes de la isla como dominicanos. Más tarde, en 1763, el historiador criollo Luis José Peguero usó el término en su libro Historia de la conquista de La Española. Esto demuestra que el gentilicio ya era parte del lenguaje común y se utilizaba para referirse a los habitantes de la isla.
En el siglo XIX, dominicano se popularizó aún más. Fue incluido en documentos históricos clave como la Declaratoria de Independencia de 1821, proclamada por José Núñez de Cáceres, antes de la breve anexión de la isla a Haití. Este uso muestra que el término ya era un símbolo de identidad para los habitantes mucho antes de la independencia definitiva.
Estos hechos históricos confirman que el gentilicio dominicano no nació en 1844, sino que tiene raíces más profundas en la historia de la isla. Más que un simple nombre, es un reflejo del sentido de pertenencia y la identidad de los habitantes de la República Dominicana a lo largo de los siglos.