A lo largo de los últimos 120 años, el plátano ha sido una de las frutas más vendidas en todo el mundo. Tanto es así que incluso desencadenó una serie de conflictos conocidos como las Guerras del Plátano. Aunque ya hemos hablado de estas guerras en episodios anteriores, hay un aspecto que pocos conocen: el plátano que vemos en las fotos y videos de aquellos tiempos no es el mismo plátano que consumimos hoy en día.
La variedad de plátano que predominaba en esa época está prácticamente extinta. Pero, ¿qué llevó a su desaparición? ¿Qué tipo de plátano comemos hoy y por qué existe el riesgo de que también este desaparezca? Para entenderlo, es necesario echar un vistazo a cómo terminaron las Guerras del Plátano y el impacto que tuvieron tanto en los países productores como en los propios plátanos.
La década de 1930 fue especialmente dura para la United Fruit Company, apodada “El Pulpo”. La Gran Depresión, que comenzó en 1929, arrasó con la economía global, dejando a millones de personas sin empleo ni ingresos. En medio de esta crisis, el plátano se convirtió en uno de los pocos alimentos que los más pobres podían permitirse. Sin embargo, desde hacía varios años, la producción de plátanos había estado en declive debido a desastres naturales y otros factores adversos.
En 1907, la United Fruit Company exportaba alrededor de 640,000 racimos de plátanos al año desde Sosúa, en la República Dominicana. Esta plantación, una de las más cercanas a Estados Unidos, era tan importante que la compañía incluso construyó un pequeño hotel para sus ejecutivos y familias. Sin embargo, para 1911, las exportaciones habían caído a 400,000 racimos, debido a problemas con el suelo, el mal tiempo y una ola de frío. En 1916, la empresa abandonó la plantación, dejando atrás edificios que luego se convertirían en el corazón del pueblo moderno de Sosúa.
A medida que el hongo Fusarium oxysporum, causante del mal de Panamá, devastaba las plantaciones de plátanos en América Central, la United Fruit Company se enfrentaba a la peor crisis de su historia. Este hongo atacaba sin piedad a la variedad Gros Michel, que dominaba el mercado global, y para la cual no había una solución viable en ese momento. La crisis del plátano se intensificó con la interrupción de las rutas de suministro durante la Segunda Guerra Mundial, cuando submarinos en el Caribe hundieron varios barcos de la United Fruit.
La respuesta fue la introducción de una nueva variedad resistente al hongo: el plátano Cavendish, cultivado originalmente en Inglaterra. Aunque esta variante permitió la supervivencia de la industria bananera, el Gros Michel quedó relegado a la historia, y hoy en día es casi imposible encontrarlo.
A pesar de que las Guerras del Plátano terminaron oficialmente en 1934, la influencia de la United Fruit en la política exterior de Estados Unidos continuó durante décadas, incluso con la “Política del Buen Vecino” de Roosevelt. A través de sobornos y concesiones ilegales, la compañía siguió moldeando la política en América Latina, contribuyendo a la inestabilidad y al resentimiento en la región.
Con el paso del tiempo, la United Fruit Company se transformó en Chiquita Brands, y aunque sigue siendo uno de los mayores importadores de plátanos en Estados Unidos, su historia está marcada por la controversia y la corrupción. Por otro lado, la Standard Fruit Company, ahora conocida como Dole, también logró mantenerse como uno de los principales actores en la industria bananera.
Pero, a pesar de todo, la historia parece estar repitiéndose. Hoy, el plátano Cavendish enfrenta una amenaza similar a la que acabó con el Gros Michel. Nuevas cepas del mal de Panamá, como la TR-4, están devastando plantaciones alrededor del mundo, y, aunque se están desarrollando métodos para proteger los cultivos, el futuro del plátano sigue siendo incierto.
La lección que nos deja la historia es clara: no aprender del pasado nos condena a repetirlo. Si no encontramos una solución definitiva a la crisis actual, podríamos estar presenciando el comienzo del fin del plátano tal como lo conocemos.