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La increíble historia detrás de la Torre Eiffel: un ícono mundial

La increíble historia detrás de la Torre Eiffel: un ícono mundial

Juan SánchezPorJuan Sánchez
06/12/2024 23:44
Cultura
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París, 1889 – La construcción de la Torre Eiffel marcó un punto de inflexión en la historia de la arquitectura y la ingeniería. Este monumental proyecto nació como una idea ambiciosa para destacar en la Exposición Universal de 1889, celebrada en conmemoración del centenario de la Revolución Francesa. Liderada por el ingeniero Gustave Eiffel, la torre, que hoy es uno de los monumentos más visitados del mundo, enfrentó múltiples desafíos técnicos, financieros y sociales antes de erigirse como el símbolo global que conocemos.

El concepto inicial surgió en junio de 1884, cuando los jóvenes ingenieros Maurice Koechlin y Émile Nouguier, colaboradores de la firma Eiffel, diseñaron una estructura única: un pilar metálico de 300 metros de altura. Este diseño buscaba superar al Monumento a Washington, entonces la construcción más alta del mundo, con 169 metros. La propuesta inicial fue vista como funcional pero carente de atractivo visual, lo que llevó a incorporar al arquitecto Stephen Sauvestre para agregar detalles estéticos como arcos decorativos en la base y una cima abovedada.

La increíble historia detrás de la Torre Eiffel: un ícono mundial

Gustave Eiffel, conocido por sus innovaciones en estructuras metálicas, vio el potencial del proyecto. Aunque inicialmente expresó dudas, pronto tomó la decisión de presentarlo como el emblema de la Exposición Universal. No obstante, el camino hacia la aprobación no fue sencillo. La torre fue objeto de críticas feroces por parte de artistas y escritores de la época, quienes la describieron como una "aberración arquitectónica". Entre los detractores más destacados se encontraba el escritor Guy de Maupassant, quien calificó al proyecto como una monstruosidad que arruinaría el paisaje de París.

Un desafío técnico sin precedentes

La construcción comenzó oficialmente el 26 de enero de 1887 en el Champ de Mars, un extenso terreno que requería complejas preparaciones para soportar el peso de la estructura. Los cimientos representaron uno de los primeros grandes retos. Para las patas orientadas hacia el río Sena, se excavaron cámaras profundas que fueron selladas con cemento y piedra caliza para garantizar estabilidad sobre terrenos inundables.

La estructura metálica de la torre se ensambló con 18,038 piezas de hierro forjado, un material seleccionado por su resistencia y ligereza en comparación con la piedra. Cada pieza fue fabricada en los talleres de Eiffel en Levallois-Perret, a las afueras de París, y ensamblada en el sitio mediante remaches, un proceso innovador para la época. Equipos de cuatro trabajadores manejaban los remaches: uno los calentaba, otro los colocaba y dos más los aseguraban con martillos neumáticos. La precisión requerida era milimétrica, ya que cualquier error afectaría la estabilidad de la torre.

El proyecto involucró a más de 300 obreros, quienes trabajaron en condiciones desafiantes a alturas nunca antes alcanzadas. Gustave Eiffel implementó estrictas medidas de seguridad, lo que resultó en una tasa de accidentes significativamente baja para una obra de esta magnitud en el siglo XIX.

El 31 de marzo de 1889, tras poco más de dos años de construcción, la Torre Eiffel fue inaugurada oficialmente. La estructura, que alcanzaba exactamente 300 metros de altura, fue la más alta del mundo hasta la construcción del edificio Chrysler en Nueva York en 1930. Su diseño funcional y revolucionario no solo impresionó a los asistentes de la Exposición Universal, sino que también marcó el inicio de una nueva era en la arquitectura.

Sin embargo, la torre continuó siendo objeto de controversia incluso después de su finalización. Algunos sectores de la sociedad parisina insistieron en que la estructura debía desmontarse al término de la exposición. Gustave Eiffel, anticipándose a estas críticas, presentó propuestas innovadoras para demostrar su utilidad, incluyendo experimentos en telecomunicaciones que más tarde asegurarían la permanencia de la torre.

Con el tiempo, la Torre Eiffel dejó de ser vista como un "monstruo de hierro" para convertirse en un ícono mundial. Hoy en día, atrae a más de 7 millones de visitantes al año y es reconocida no solo como un símbolo de París, sino como una obra maestra de la ingeniería. La estructura original ha sido pintada en varias ocasiones, utilizando aproximadamente 60 toneladas de pintura cada siete años para protegerla de la corrosión.

Además, su diseño inspiró avances en la construcción de rascacielos y cimentó la reputación de Gustave Eiffel como uno de los ingenieros más destacados de su tiempo. A pesar de las críticas iniciales, el "gigante de hierro" sigue desafiando el paso del tiempo, recordando al mundo el poder de la innovación y la perseverancia.

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